El rugby es el deporte de contacto por excelencia. Normalmente, el resultado es solo un moratón o una lesión menor que los propios jugadores no describen como tal. Solo hablan de lesión cuando se ven forzados a abandonar el campo durante un partido, o incluso se lo pierden. Las partes del cuerpo vulnerables en el rugby son la cabeza, los hombros, las manos, las rodillas y los tobillos.
Cabeza y cara
Las lesiones faciales suelen parecer peores de lo que son, porque las heridas en la cara pueden sangrar mucho. Para evitar daños graves en los dientes se recomienda llevar protector bucal.
En el rugby, en las melés, las orejas pueden quedarse atrapadas y sangrar en la aurícula. Durante el proceso de curación, esto puede originar la llamada «oreja de coliflor». Los jugadores de rugby suelen llevar un casco para protegerse de esta lesión.
Tobillo
La lesión más habitual en este deporte son los esguinces o torceduras de tobillo. En la mayoría de los casos, la lesión se produce tras aterrizar con la parte externa del pie, doblándose demasiado hacia adentro. En la parte exterior del pie, la cápsula, los ligamentos y los nervios pueden sufrir daños a causa de la hiperextensión. En el interior, el cartílago puede dañarse por la excesiva compresión. En función de la gravedad de la lesión, el tejido del exterior está estirado o desgarrado. Este daño provoca una hemorragia en el tobillo. En consecuencia, se hincha, aparece un hematoma (pasado un rato) y empieza a doler.
El tejido dañado se cura de forma natural del mismo modo que una herida en la piel. Sin embargo, el músculo y la fibra nerviosa no recuperan automáticamente su funcionamiento original. El músculo y la fibra nerviosa deben ser entrenados. Esto se puede hacer con sencillos ejercicios de equilibrio. Además, hay que proteger el tobillo para evitar el riesgo de recurrencia. Una tobillera Push Sports es una excelente solución.