Los repetidos saltos que son necesarios en el voleibol aumentan el riesgo de lesiones de tobillo, pantorrilla y rodilla. El voleibol es un deporte de pelota con muchas técnicas en las que la mano se eleva por encima de la cabeza: el remate, el saque y la colocación. Las técnicas con la mano por encima de la cabeza aumentan el riesgo de lesión por sobrecarga en la zona de la articulación del hombro.
Tobillo
Una lesión muy frecuente en el voleibol son los esguinces o torceduras de tobillo. En la mayoría de los casos, la lesión se produce tras aterrizar con la parte externa del pie, doblándose demasiado hacia adentro. En la parte exterior del pie, la cápsula, los ligamentos y los nervios pueden sufrir daños a causa de la hiperextensión. En el interior, el cartílago puede dañarse por la excesiva compresión. En función de la gravedad de la lesión, el tejido del exterior está estirado o desgarrado. Este daño provoca una hemorragia en el tobillo. En consecuencia, se hincha, aparece un hematoma (pasado un rato) y empieza a doler.
El tejido dañado se cura de forma natural del mismo modo que una herida en la piel. Sin embargo, el músculo y la fibra nerviosa no recuperan automáticamente su funcionamiento original. El músculo y la fibra nerviosa deben ser entrenados. Esto se puede hacer con sencillos ejercicios de equilibrio. Además, hay que proteger el tobillo para evitar el riesgo de recurrencia. Una tobillera Push Sports es una excelente solución.
Pantorrilla
Una lesión habitual en el voleibol es lo que se conoce como «esguince de pantorrilla». El esguince de pantorrilla es un desgarro (leve) en el músculo de esta parte del cuerpo. La sensación es similar a un latigazo en el momento en el que se desgarra el músculo. Además de doler mucho, deja de ser posible completar el posicionamiento normal del pie. El desgarro tarda seis semanas en curarse del todo. Una posible causa es un calentamiento escaso o inexistente.
Rodilla (lesión aguda)
La rodilla es una articulación susceptible de lesionarse. La articulación de la rodilla puede dañarse al retorcerse. En caso de torcedura, los ligamentos (cruzados) y el tejido del menisco pueden sufrir daños. La lesión en el menisco puede provocar hinchazón y quizá ya no sea posible flexionar y extender correctamente la rodilla. Una lesión grave en los ligamentos cruzados suele provocar una hemorragia interna o acumulación de fluidos. En ese caso, se siente hinchazón y calor en la rodilla, duele y deja de moverse bien. Cuando se produce una torcedura grave se suelen dañar tanto los ligamentos cruzados como el menisco interno. Si se sospecha de lesión de ligamentos cruzados, es importante que un médico deportivo o un fisioterapeuta deportivo realice el correcto diagnóstico. Durante la rehabilitación de una lesión de rodilla y después de ella puede merecer la pena proteger la rodilla (al hacer deporte) con una rodillera Push Sports.
Rodilla (lesión por sobrecarga)
Una lesión de rodilla habitual en el voleibol es la irritación del cartílago de detrás de la rótula. Se trata de un dolor a menudo difícil de localizar que se percibe alrededor y detrás de la rótula. El dolor se produce principalmente al jugar al vóley o después. Al flexionar y extender, las rodillas pueden «soltar chasquidos» y a veces hincharse después de un gran esfuerzo (¡un partido de vóley!).
Un fisioterapeuta deportivo o médico deportivo puede hacer un diagnóstico, en función del cual se podrán tomar las medidas correctas. Las posibilidades incluyen buen calzado, ejercicios para fortalecer los músculos, estiramientos y suficiente recuperación.